Varapalo tremendo para la afición gaditana que llora su derrota. Suena a triste pero el futuro del club pasaba por el encuentro del domingo y el Real Madrid Castilla le dio un auténtico repaso de fútbol al conjunto amarillo.
Ha amanecido un día melacólico para el cadismo de a pie que ha dejado de entonar la música melódica de otras épocas. Y duele decirlo. La afición se ha contagiado en cierta medida de los males del club. Pocas veces el Cádiz ha sido un equipo vistoso y desde la marcha de Mágico González el atrevimiento y el descaro lo ha puesto siempre el graderío. Si ha existido un templo con la religión del ingenio por bandera ese ha sido el Ramón de Carranza. Ahora se nota una parte de intoxicación. Era el partido del año y así fue recibido por la marea amarilla. Sin embargo los cánticos ya no son los mismos, ya no son los de la alegría, los del pueblo. Hemos escondido el arte y el salero para otras tardes y no lo sacamos a relucir cuando más falta hacía y también hay que decirlo menos lo merecían los jugadores. Demasiado. El paro azota a la Tacita de Plata y aún así no fallaron para llevarse un pedazo de felicidad a la boca ya que soluciones no da el fútbol.
Lamentablemete, 'el puta Real Madrid' se ha convertido en canto universal para la mayoría de estadios a los que viaja el conjunto blanco o su filial. Y el estadio amarillo, que se llenaba por primera vez en la temporada, llevador de contrarias para las causas justas no lo hizo esta vez. El Cádiz quiso aprovechar con malas artes la escabechina preparada ante los chicos del Castilla. Se planteó un partido de hombres y los únicos que demostraron hombría fueron los chavales del filial merengue. Los Carvajal, Morata, Joselu no se amilanaron y respondieron con el fútbol relámpago que practican sus mayores.
El equipo que dirige José González practicó el mismo fútbol ramplón de todas las semanas con la única salvedad de tratarse del primer bloque que propuso algo diferente en Carranza. Morata y Joselu, llamados a ser referentes nacionales en ataque, se merendaron enterita a la defensa gaditana. El colmo vino con el 0-2 en el marcador y el cambio del máximo goleador cadista, Akinsola. La hinchada no recriminó nada y pero tampoco vibró, le faltaba el compás del equipo y no cantó bajo la lluvia que caía del cielo de Cádiz.
Hubo gente que se sorprendía por el mal juego desplegado por el Cádiz. Estaban acostumbrados a otras citas y no habían acompañado al equipo durante esta travesía por el desierto. No sé es más del equipo por hacerlo. Pero si se le conoce más y se es más realista. Se marcharon cabizbajos y al día siguiente desayunaron dudas. Pero eso llevaban haciendo otros antes, porque el proyecto al que se había acogido el Cádiz dependía de una eliminatoria. Quique Pina el salvador del barco, abandonará ese mismo barco si no hay ascenso y con él se iría todo el plantel. Salvo el de Messi, cuenta la leyenda que fue ofrecido al Cádiz, detesto los mesianismos. Toda la gestoría del club para él antes de comprarlo. Y el único culpable, las Sociedades Anónimas. Vendimos el alma cadista al demonio. Y así nos ha ido y nos va. Las Sociedades Anónimas han sido la ruina de nuestro fútbol.
Hoy en día debemos rezar para tener un propietario millonario en nuestro club. Un jeque o un ruso que esconda en el fútbol sus inagotables fechorías. Por esta Ley ya no existen los socios, sólo abonados, cada club es de un señorito, accionista mayoritario que quita, echa y pone a su gusto hasta que se harta. Ha sido la ruina del fútbol. Los contratos, los fichajes, los estadios y sus recalificaciones tienen un valor y un precio económico pero la historia de un escudo no puede ser un negocio de venta de juguetes y chismes. Con la aparición de estas Sociedades Anónimas prevalece el beneficio y lucro personal y no el afecto, el cariño, el amor y la devoción por un equipo, por unos colores, por una afición.
El Cádiz se jugará la temporada y casi la vida a dos eliminatorias si antes no obra el milagro en el Di Stefano. Jugar sin hinchada es como bailar sin música, imposible. Así que tocará animar y dejarse la voz porque a fin de cuentas el Cádiz somos nosotros. Aunque este deporte parezca fabricado para el mercadotecnia y las multinacionales, es de los aficionados. No dejemos que nos lo terminen de robar.
Alfonso Loaíza
Estudiante de Periodismo en la Universidad de Sevilla
http://anestesiadeportiva.blogspot.com