Todo esto provoca además, situaciones que no veíamos desde hace tiempo en nuestro equipo: broncas entre jugadores en el campo, pérdida de nervios en el banquillo con un Lorenzo Buenaventura protestándole una jugada al asistente y siendo amonestado por ello o una falta sacada en los últimos minutos por Pavoni !!! Todo ello pintado con un  color de improvisación que asusta en un equipo que ha estado muchos años cuidando cada detalle en el césped. Una muy mala imagen que todos deseamos que mejore lo antes posible, empezando por Oli y terminando por cualquier aficionado. Esa imagen de desquiciamiento colectivo es la que hay que borrar de una vez por todas.

Las malas rachas son salvables, pero la dinámica negativa es peligrosa. Hoy no era excusa el calor de los partidos ante el Murcia y Almería. El ambiente era fresco. Lo que no eran frescas eran las ideas. Tampoco hay que culpar a la presión del ascenso. Ese objetivo lo puso el presidente y con esa cláusula aceptó Oli el reto. El entorno es el más favorable que un equipo de fútbol se puede encontrar: afición entregada, medios que levantan poco la voz, y administraciones públicas que ayudan al club.

Hay mimbres para hacer un buen canasto. Muchos mejores que con los que hicimos aquel del ascenso hace dos temporadas. Tenemos una gran plantilla y sin Lobos y Acuña se puede formar un gran equipo. Al menos uno que no parezca un pollo sin cabeza como los de las últimas jornadas.

Decía Simón Bolivar que el arte de vencer se aprende en las derrotas. Esperemos que aprendamos pronto y que no tengamos que soportar más partidos bochornosos como el de esta tarde en Salamanca.