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Recordando tiempos pasados, aunque dicen que las comparaciones son odiosas, veo las dos caras de nuestro equipo, nuestra religión, el Cádiz C.F. Cuentan malas lenguas que vale más una imagen que mil palabras y eso se ciñe a lo que estamos viviendo en estos días. Donde se quedaron esos tiempos en los que nuestros fondos rugían minuto tras minuto, partido tras partido. Incansables, inagotables, eran esas voces que guiaban a nuestro submarino hasta aguas más tranquilas, lejanas de eso que muchos hacen llamar pozo, pero que yo prefiero llamar infierno, la segunda B.
Que fue de aquellos incondicionales que contra lluvia, viento o marea seguían a su equipo hasta una catedral llamada Carranza, pero que, como si del rocío de la mañana se tratara, se han ido disipando, unos seguidores que no dejaban de animar en los 90 minutos que dura un partido y que ahora, año 2.006, descansan placidamente en sus asientos, sus voces se apagaron y con ellos, su equipo, por lo cual, desde este articulo quiero alentar a todas esas voces que permanecen dormidas, que despierten, porque ese submarino que ellos mismos reflotaron de las profundidades, esta empezando a hundirse, y eso no se puede permitir, porque 21000 gargantas pueden levantar un club entero, lo hemos demostrado, y ahora, cuando más se necesita hay que volver a hacerlo, como todo lo que se hace en nuestra ciudad, “con un
par".