José Grima/esecadizoe.com
No sé donde mirar, ni tan siquiera a quién pedir explicaciones. ¿Qué hacer?. En Albacete se volvió a ver la agonía del enfermo terminal cercano a la muerte, de un equipo gafado, de unos jugadores que pese a darlo todo no dan una a derechas, de un técnico que no acierta por más que lo intenta....

¡Nunca Máis!. Este calvario debe llegar a su fin. En nueve jornadas hemos visto peor fútbol y pasado mayor vergüenza que en el último lustro. Lo de Almería pudo verse como un error, lo de Salamanca como un partido tonto, ¿y lo de Albacete?. Salir del vestuario con dos goles en la frente tiene que tener alguna explicación. No siempre se le puede achacar todo a la falta de mala suerte o a que entre el 'tembleque' cuando llega la estrategia del rival.

El principal problema de todo esto no es que el Cádiz esté a cinco puntos del ascenso, o que hayamos caído ante tres rivales directos por el ascenso como el Almería, Alavés o Albacete. Lo más preocupante es que los rivales nos han perdido el respeto. El equipo de turno no ve ya a un Cádiz ex Primera al que temer, sino a un rival desquiciado y gafado con el que no es del todo difícil sacar puntos.

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No seré yo el que diga si es un problema del técnico, de los jugadores o del Consejo de Administración. Lo que sí queda claro es que esta situación debe tener radicalmente y cuanto antes un giro de 180 grados. La paciencia de todo humano tiene un límite, y ese límite ya se ha superado. El vaso se colmó con la última gota de desgracia en el Carlos Belmonte.

Miro atrás, a otros equipos que descendieron de Primera con la vitola de gallito, y prefiero no hacerlo. No me quiero ni imaginar que un nuevo desastre nos pueda llevar por primera vez a puestos de descenso. Es pronto, queda todavía muchísima liga, pero por eso mismo hay que arreglar las cosas.

No seré yo el que maquille la situación actual mirando al partido España-Rumanía en Carranza, por muy grande que quieran poner las letras. Si alguien piensa que puede crear una corriente manejando sus hilos o creando falsas opiniones lo lleva claro. Los aficionados tienen ojos en la cara y los medios de comunicación también.