El Cádiz ayer aprobó con nota en esfuerzo, en garra y en calidad de la creación de juego pero suspendió estrepitosamente en la finalización de esas jugadas. El fin último de este deporte es meter el balón dentro de la portería y, mientras no se implante un sistema inteligente de movimiento en el esférico, éste tendrá que ser impulsado por un jugador al fondo de la red. Ayer pocos jugadores había en el campo con esa capacidad nos guste o no, lo veamos justo o no. La falta de gol de este Cádiz es tan evidente como la capacidad de sacrificio de este equipo o la capacidad de compromiso, una vez más, de la afición amarilla.

Jose lleva pidiendo un delantero al menos desde hace dos meses, cuando Antonio Muñoz aseguraba que el técnico gaditano había pedido un centrocampista organizador y un delantero. Algo que no era muy difícil de comprender si tenemos en cuenta las declaraciones de Jose al llegar al Cádiz en las que decía que no veía a Acuña en el equipo .Ni de delantero, ni de extremo, ni de mediapunta. Simplemente no lo veía.

El hombre que decidió ayer el partido (Ortiz) lleva esta liga él solo 2 goles más que nuestros tres delanteros juntos. Y eso no es suerte. Es, simplemente, capacidad rematadora pura y dura. El delantero que tenía de recambio Unai Emery era Michel (con 8 goles) y el que tenía el Cádiz era Acuña (0 goles). Estos números tampoco los ha puesto ahí la divina providencia. Los guarismos están ahí claros e inamovibles. Y sólo se me ocurre una solución para intentar cambiarlos: utilizar la ficha libre de Abraham Paz para traer a un delantero que ya tenía que estar aquí desde el pasado mes de enero.

Mientras tanto, pueden hablar de suerte, contratar a un chamán o ponerle velas a todos los santos. Están en su derecho.

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