M.A. Vallecillo/portalcadista.com
A estas alturas de la película, es lo único claro. Antonio Muñoz el pasado 30 de mayo, en una improvisada rueda de prensa en los bajos de la grada de tribuna dejó claro que el 15 de Junio era la fecha límite para la venta de las acciones.
Esas palabras fueron recogidas por micrófonos de diferentes medios y no dejaron lugar a dudas ni a interpretaciones “inquinas o torticeras”: “Nosotros no vamos a eternizar esta operación y debemos ponerle una fecha de caducidad. Esa fecha es el 15 de Junio”, dijo el presidente amarillo.
Esa es la única verdad hasta el momento. Ha llegado la fecha fijada y todo sigue igual. La misma incertidumbre, el mismo oscurantismo, filtraciones, dudas, negaciones de unos y de otros, comunicados que no comunican y aclaraciones que no aclaran.
Quien peor lo está pasando, como siempre suele ocurrir, es todo aquel que verdaderamente siente los colores de su equipo, es decir, aquellos que pagan por ver a su Cádiz, por tener sus equipaciones y por viajar para seguirlo a muchos campos de España. Esos son los que realmente están sufriendo este mercadeo y subasta en el que se ha convertido el Cádiz durante las últimas fechas. Un esperpéntico circo en el que cada uno hace lo que puede para salvar el pellejo dentro de la entidad. Declaraciones, victimismo, lloriqueos varios, etc. Todo vale.
Imagino que las ideas que cada uno de ustedes tenga en sus cabezas sobre esta situación diferirán unas de otras. La que yo tengo es la de un Cádiz sin alma, desangelado, vacío. Un vacío que corresponde a todo lo que ahora trasciende y trascenderá, más si cabe, tras el pitido final del Cádiz-Real Madrid Castilla, si Antonio Muñoz no da una rueda de prensa aclarando de una vez por todas el futuro del club. Si eso no ocurre, el recuerdo que nos va a dejar el Cádiz esta temporada será muy triste para muchos aficionados. Igual eso, en estos momentos, sea lo que menos le importe a Antonio Muñoz.