Las intervención del mister, a pesar de haber sido proclamada desde la serenidad y con el tono educado que caracteriza a un hombre como es García Remón, han sonado como un autentico grito de socorro en boca de este bendito deporte y, ante el cual, no hemos tenido todos más remedio que girar la cabeza para darnos cuenta de lo que estaba ocurriendo.

Más allá de los hombres de traje y corbata, de las ruedas de prensa en hoteles y estadios, de papeles grapados agitados con enfado y de acusaciones de unos hacia otros, había un grupo de personas (jugadores, técnicos, preparadores, fisioterapeutas y, como no, Juanito Marchante) que estaban trabajando unos kilómetros más allá de Cortadura en lo que más les apasiona y que comparten con el resto de aficionados: el fútbol. Y sólo un hombre de fútbol como Mariano García Remón podía poner el punto de coherencia y sinceridad para mostrarnos realmente la cruda realidad. Sinceramente, no sé si sus declaraciones han servido en algo para que los dos protagonistas (injustos protagonistas) se reúnan este fin de semana para intentar buscar una solución a este embrollo, porque ninguno de ellos es parte del fútbol, una palabra que parece olvidada en nuestro club y que el que fuera guardameta merengue ha sabido recordar.

Quizás estas palabras no sean leídas por él, pero me gustaría agradecerle desde aquí su intervención de ayer y pedirle que no nos abandone. De él nos ha llegado el único soplo de fútbol que hemos respirado en las últimas horas y sin éste es posible que algunos nos hubiéramos asfixiado.

Mister, siga usted de amarillo y hablando en el nombre del fútbol, que en esta afición nunca faltarán oídos para escucharle.