La Crónica Daltónica (desde otro color): Cádiz 2 – Real Unión 1
Jose Manuel Ramos, «Pichili» - 26.10.2009
Como dijo George Orwell, en boca del cerdo Napoleón, “todos los animales son iguales, pero algunos somos más iguales que los otros”.
Rendía visita al Carranza el Real Unión que, debido a que su uniforme habitual es camiseta blanca y pantalón negro, tuvo que jugar con su segunda equipación, camisola roja y negra con pantalón rojo, para no coincidir con el amarillo y azul del Cádiz. El árbitro y los asistentes utilizaron la camiseta celeste y pantalón gris marengo, para no coincidir con Jauregui -el portero irundarra- que vestía con camiseta verde y calzonas rojas, ni con Casi-Casillas, que iba de riguroso negro. Javi Gracia lucía con elegancia un coruscante traje gris, mientras que a Iñaki Alonso todavía nadie se ha atrevido a decirle que ponerse el último botón de la chaqueta es de cateto. El partido fue patrocinado por United Colors Of Benetton.
Visto el señorío y el trato dispensado por la directiva del Real Unión de Irún en el partido de vuelta del play off del ascenso para con los aficionados cadistas, El Señor de los Olivillos tuvo a bien celebrar la comida entre directivas en el MacDonalds, para que ellos se sintieran a gusto y en su salsa.
El partido se inició nada más pitar el árbitro. Ya de entrada pudimos comprobar que buenos dos se habían juntado. El Unión le daba la pelota al Cádiz y éste no sabía muy bien qué hacer con ella. El equipo anfitrión no era el de otras tardes, aquella escuadra que salía en avalancha en pos del marco rival. Antes al contrario, intentaba tocarla en el centro del campo pero sin entrar en el área.
En el minuto 23 se produce la primera llegada con peligro al marco de Jauregui, en una bonita triangulación de todo el equipo, con centro de Fran Cortés por banda izquierda, que despeja in extremis el arquero unionista cuando ya Enriquinho se disponía a rematar con la chepa.
En el minuto 24 se adelantó el conjunto de Iñaki Alonso, que había comprobado en la jornada anterior in situ que Cádiz es la cuna de la libertad y la cama del novelerío. En un gili-corner pierde la pelota Erice y los iruneses montan una contra como las patadas de karate-kid, a cámara lenta. El balón llega a banda derecha y el centro es rematado fatal tirando a diosmío con la pierna de apoyo por Goikoetxea, que sin querer le pega con la mano y pasa a Abasolo que, como su propio nombre indica, taba-solo en el segundo palo y remata a placer. Cero a uno. Ya estamos como siempre.
En esos minutos de descontrol, el equipo de Alonso se mostraba como gato panza arriba, dominando en el centro del campo y bien pertrechado atrás, pero el Cádiz lejos de amilanarse se abarcelona y pone cerco a la portería irundarra.
Pudo igualar Álvaro Silva tras rematar un corner que despejó con apuros Jauregui. A renglón seguido, o sea, justo en el siguiente al que en estos momentos estoy escribiendo, López Silva recibe un balón por la derecha y pone un impresionante centro medido con el exterior a Fran Cortés para que pique abajo con un espectacular remate de cabeza que hace imposible la estirada del guardameta visitante. Empate.
A ver, esta es la forma bonita de escribirlo pero, en verdad, lo que yo creo que pasó es lo siguiente: Minuto 35, López Silva recibe el balón en los tres cuartos de la banda derecha porque pasaba despistado por ahí, ve desmarcado a Ogbeche en medio del área chica y le pone un centro con el exterior. Bartolo observa cómo el topo de carranza está dejando destrozaito y césped y como es lógico, el centro se pasa, pero Fran Cortés que llega al segundo palo ve desmarcado a Enrique -que entraba por el primero sin caerse- y se la intenta pasar de cabeza aunque se queda corto. El balón, al contactar con el suelo y con el leve viento del sur que en esos momentos rulaba a levante en calma, bota y coge un efecto extraño –el famoso efecto Magnus- y Jauregui -que ni se cosca- entona la “Cantata Piu encaragliotati” opus 45, de la ópera “Il Misero Guardameti”, de Giuseppe Molto Verdi para la categoría. Empate. De ahí al descanso solo pasaron diez minutos.
A comienzos de la segunda parte el juego se hace más rudo y los equipos abusan del centrocampismo. Para más INRI ambos equipos comienzan el rosario de cambios. Joé, INRI y rosario, qué capillita me ha salido esta frase.
Así en el minuto 58 Enriquinho, muy afectado por el cambio horario, dejó su sitio a Nano. El sustituto de Enrique jugó exactamente lo mismo que él pero por banda izquierda. O sea, muy poquito.
En el minuto 60 una falta sacada con rapidez y pillería por Cristian-no Ronaldo que pasa a López Silva para que éste ponga un centro medido a la cabeza de Ogbeche que bate a Jauregui mientras que sus compañeros todavía estaban preguntándose si ponían barrera o marcaban en zona. Gol de listos. Dos a uno. La remontada se ha consumado. El mérito de la jugada lo tiene el recogepelotas que se la pasó del tirón a Cristian.
El gol hace que el gato se coma las uñas y mande sus barcos a quemar dando entrada al peligroso Gorka Brit. El hermano de Tetra cuajó un buen encuentro y a punto estuvo de empatar el partido en un remate que se fue por poco.
En el minuto 81 López Silva es expulsado por un intento de codazo a Gurrutxaga. Inexplicable la acción del cadista hacia un jugador modélico, noble, exquisito de trato, caballeroso y paradigma del fair play como es el defensa irundarra. El bravo defensor demostró que es un jugador abertdale (abertdale a Enrique y le dio, abertdale a Fran Cortés y le dio, abertdale a López Silva y le dio….) y se llevó los elogios del respetable por su esmerado toque técnico, su clase y su amplia visión de juego.
Con uno menos, el Real Unión asediaba la meta defendida por Casi-Casillas, que se mostró muy seguro y atento a sus monjiles centrales. Aun así, el Cádiz pudo sentenciar en una contra conducida a lo loco por Ormazábal, que no pudo superar en un pie a mano al meta vasco. La afición cadista con sus cánticos y ánimos apagó todo intento rojinegro por igualar el marcador. El partido tocaba su fin cuando el sol se acostaba a dormir en el seno de la caleta.
Total, que viendo cómo se desarrolló el encuentro podemos decir que el Cádiz se impuso al equipo de un Iñaki Alonso que salió de Carranza como gato escaldado. Para mí que se está quedando cegato y como no espabile pronto el Real Unión va a tener más problemas que su primo Fernando con un Renault.
Mucha suerte para la simpática y acogedora afición irundarra, muy por encima de los directivos, que se portó de categoría con los cadistas que visitaron su tierra.
El partido sirvió para comprobar cosas importantes, como por ejemplo, que el equipo supo sufrir, que supo reponerse al gol encajado, que supo remontar un resultado adverso y, sobre todo, que en la nueva tienda oficial no caben más de 10 personas y se forman colas en la entrada como en el barabass, pero aquí sí que te dejan entrar con zapatillas deportivas o bambas.
En fin, que el Cádiz dio un paso adelante en esta liga Adelante en la que la igualdad es imperante. A cuatro puntos de los de arriba y a cuatro de los de abajo. Todos los equipos son iguales, pero algunos son más iguales. En las siguientes jornadas veremos a cuál pertenecemos. A por el Castellón.
Abrazos cadistas.