Yoni Weiss/portalcadista.com
Termina la Jornada 9ª en la liga BBVA y nuestro equipo sigue colgado bocabajo sujetado únicamente por una soga elástica que cada vez nos hace ver más cerca el suelo. La situación, si en lo deportivo es preocupante, en lo institucional es ya de locos y roza el esperpento. Pero como quiera que en ese conflicto de intereses nunca nos enteraremos de la verdad, pues prefiero no seguir mareando la perdiz y centrarme en lo deportivo, que es lo que nos preocupa a los aficionados de a pié.
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Sobre el partido jugado el sábado en Carranza, tengo sensaciones terriblemente contrarias. Por un lado, cabe destacar que los jugadores que vistieron de amarillo lucharon y corrieron más que en anteriores encuentros. Se percibió desde la grada que había un plus de motivación y compromiso. Esa entrega tal vez venga motivada por demostrar a “alguien” que están con Antonio Calderón, o tal vez esa motivación haya sido inculcada por el propio Mister, pero en cualquier caso, solo quedó en eso, en un querer y no poder. Se apretó, se presionó, se tocó la pelota, pero nunca dimos sensación de que nos podríamos llevar los tres puntos. Demasiado alocados, demasiado previsibles, demasiado lentos en la construcción del juego, demasiado sobones con la pelota en los pies.
El rival, por el contrario, nos tuvo con el corazón en vilo, con un fútbol directo donde solo un hombre era capaz de poner a los centrales cadistas en evidencia. Hasta en dos ocasiones tuvimos que esbozar un suspiro de alivio cuando comprobábamos que Cristian y De la Cuesta sacaban dos balones que llegaban a rozar la línea de gol. Hasta en esta ocasión también tendríamos que darle las gracias al colegiado por obviar un penalti claro en el área cadista. A todo esto, cabe destacar que el equipo que pasó ayer por Carranza hoy duerme como último clasificado de esta Liga. Ayer se demostró que al equipo volvió el “nervio” pero que le falló la cabeza. Confío en que en breve se vayan equilibrando esos dos conceptos para que podamos disfrutar con el juego de equipo, que es lo que le hace falta a este Cádiz. Ni Lobos, ni Pavoni, ni Parri, ni Enrique pueden hacer la guerra por su cuenta. Tienen que apoyarse en los compañeros que les están brindando ayuda. De nada sirve que Cristian o Vella desdoblen si después no reciben el balón para ponerlo en el área. De nada vale que Fleurquin o Rivas recuperen el balón para que Pavoni y Lobos lo soben hasta que se lo quiten. Hay que darle más sentido y verticalidad al juego. Hay que darse cuenta como el rival, con tres toques, ya tenía el balón en nuestra área. En definitiva, ahora que no nos está saliendo el juego colectivo, hay que buscar el ser más práctico y tener presencia donde de verdad se puede hacer daño a los contrarios, en su área o alrededores.
Por último, quiero destacar dos cosas del partido de ayer. Una positiva y otra negativa. La positiva es el trabajo y la labor que hace un jugador que sin duda fue de los que menos ruido hizo en su llegada este verano, y que derrocha calidad y esfuerzo, lo pongan donde lo pongan. Mi aplauso para Cristian. Por el contrario, en lo negativo, no me queda más remedio que recriminar al aficionado que protestó arrojando una camiseta a Moisés Israel y que finalmente esta fue a caer sobre la cabeza de la alcaldesa. Yo sé positivamente que una camiseta no puede causar daño alguno, pero es un acto de provocación que puede incitar a que otro aficionado arroje algo más contundente. Esa no es la forma de manifestarse en contra de algo. La afición cadista tiene muchos más argumentos para utilizar que el recurso de la violencia. Cuando protestamos, sabemos hacernos oír sin tener que recurrir a la guerra de guerrillas. Queremos hacer de “Carranza un estadio de Paz”, como dice el lema. Pues prediquemos con el ejemplo.
Yoni Weiss/portalcadista.com