Al sonar el pitido final del partido un jugador caía de rodillas en el centro del campo y, con su cara sobre sus manos, comenzaba a llorar. Era Iván Robles, jugador del Cádiz B que tras el ascenso no podía esconder su alegría por lo logrado. “Es el premio a la temporada. Fue una pena porque en la primera eliminatoria hicimos un gran partido aquí y se nos fue por errores tontos”.
El lateral derecho reforzó al equipo en el mercado invernal, cuando se produjo su llegada desde el Unionistas y firmaba hasta 2020. Recordó ese momento con lágrimas en los ojos. “Vine en enero, me acogieron de puta madre después de un año que no estaba siendo bueno en lo personal”