Parece que está prohibido ilusionarse con este equipo. El Cádiz B regaló dos puntos en un tiempo de descuento digno del mejor sainete tras ochenta y nueve minutos de completa superioridad que, hasta ese momento, se plasmaba en el marcador con un incontestable tres a cero. Pero la inexperiencia, la falta de concentración y los nervios de los gaditanos y, por qué no decirlo, la fe y la indudable suerte del rival en los albores del partido dieron al traste con lo que se preveía una contundente victoria del filial cadista que lo hubiese acercado a los puestos más altos de la clasificación.
Ambos equipos afrontaban el partido con importantes bajas. Por el lado amarillo destacaba la ausencia de Bienve, probablemente el futbolista que mejor ha iniciado la temporada en el filial. Por parte algecirista se perdían el encuentro Mena, por sanción, y Chapi, May y Alexis, por lesión.
El choque comenzó con superioridad campogibraltareña y susto inicial. No se había alcanzado el minuto dos de partido cuando un centro desde la derecha de Trujillo se fue envenenando poco a poco hasta impactar en la parte superior del larguero de Ricardo. En estos primeros minutos el “B” no se enteraba de la película ante un Algeciras mucho más metido en el partido pero muy escaso de ideas. A los 19 minutos llegó otro acercamiento visitante, con remate de Ángel desde el interior del área que obliga a Ricardo a lucirse para despejar el balón.
Casi media hora tuvimos que esperar para ver la primera incursión cadista sobre la meta de Félix y ésta no pudo ser más contundente. Corría el minuto 26 cuando Rubén Pérez y Javi Catalán se intercambiaron los papeles: el ex del Mirandés recibe un balón en la banda izquierda y coloca un centro medido al punto de penalty que cabecea el jugador isleño sin que el meta visitante pueda hacer nada por evitar el gol. Uno a cero en el marcador y cien por cien de efectividad en el Cádiz B.
A raíz del tanto el filial acrecentó su dominio aunque seguía faltando la claridad necesaria en el centro del campo, con un Caballero casi inédito sobre el campo que tal vez echaba demasiado en falta la movilidad de Bienve. Sin embargo, la falta de ideas se compensaba con una enorme efectividad en el área, como se demostró de nuevo en el minuto 39 cuando otro centro desde la izquierda de Rubén Pérez es rematado casi a placer por Amarilla enviando el balón sobre el palo izquierda de la portería de Félix. El Cádiz B ponía tierra de por medio y pudo ser mayor la sangría si, apenas un minuto después, Amarilla supera a Félix en un uno contra uno.
La segunda parte no trajo cambios ni en los onces de salida ni en el juego. El Cádiz B aguantaba sin demasiados apuros los intentos algeciristas, que sólo venían a balón parado. Daba la impresión de que el partido era todo lo lento y aburrido que quería el filial porque, cuando llegaba el turno de imprimir velocidad al juego, los amarillos no tenían demasiados problemas en provocar el pánico en el área visitante. Así sucedió en el minuto 53 con un remate flojo de Amarilla que detuvo Félix en dos tiempos, o en el 68, cuando un contragolpe por la izquierda de Javi Catalán acaba en un pase al área que Rubén Pérez no es capaz de dirigir a la portería.
En plenos minutos de la basura, o eso parecía, llegó el tercer tanto amarillo, segundo en la cuenta particular del paraguayo Amarilla, que superó a Félix en el uno contra uno. Cuando todo parecía acabado y los decepcionados seguidores algeciristas abandonaban en masa las instalaciones de El Rosal, llegaron los últimos cinco minutos de locura. En el 89 George acortó distancias tras rematar a placer un córner desde la derecha. Parecía el gol del honor pero no fue así. Sólo un minuto después, el cadista Migue tuvo la sentencia pero su disparo raso se estampó en el palo derecho de la meta visitante. En la jugada siguiente, otra vez George pone el pánico en la parroquia amarilla aprovechándose de la pasividad de la defensa local para rematar a placer otro córner. El encuentro ya era en un correcalles, con un Algeciras lanzado al ataque con todos sus efectivos, incluido el portero, y un Cádiz B completamente asustado que se defendía con los once jugadores casi en el área pequeña. En la última jugada del partido llegó el increíble gol del empate. Corría el minuto 94 cuando otro balón al área que no consigue despejar la timorata defensa cadista acaba en los pies de George que fusila sin oposición la meta de Ricardo provocando con su hattrick el delirio de los aficionados visitantes que se frotaban los ojos ante el milagro deportivo que estaban presenciando. Nada menos que tres goles en cinco minutos.
Pero en el fútbol los milagros sólo existen cuando el rival permite que se produzcan y eso es lo que hizo el Cádiz B en el tiempo de descuento, consentir, primero con su relajación y después con sus nervios, un inexplicable resultado de los que hace mucho daño a jugadores y aficionados. Suerte que en el fútbol siempre hay una oportunidad para desquitarse y el filial la tiene el próximo fin de semana en Puerto Real pero no en la Ciudad Deportiva sino en el Sancho Dávila enfrentándose al primer equipo de la Villa. Mucho tendrá que trabajar Ángel Oliva para hacer olvidar esos fatídicos cinco minutos y mucho tendrán que aprender los canteranos para no permitir que se vuelvan a repetir.