Opinión: La Crónica Daltónica: Cádiz 0 - Real Betis "B" 1

La Crónica Daltónica (desde otro color):
Cádiz 0 - Real Betis "B" 1
  03.10.2010 Comparte

 

Como dijo Edward John Smith, Capitán del Titanic, cuando fue informado por su sobrecargo Mister Minator de la inminente colisión contra un enorme cubito de hielo sin vaso en medio del Atlántico Norte , “tranquilos chicos, que esto lo esquivo yo”.

Rendía visita al Nuevo a parches estadio Ramón de Carranza con el ayuntamiento de Cádiz sin… explicar por qué a un ciudadano que no paga su impuesto de circulación de la vespa primavera le embargan por vía ejecutiva hasta hacer trance y remate de sus bienes y sin embargo a una sociedad anónima se le permite que deba hasta cerca de 600.000 eurejos de vellón en impuestos -que vienen a ser como  diecisiete mil vespas juntas- que lo aclare Pepeblá porque esto da que hablá o estamos haciendo los primaveras nosotros los paganinis, el Betis B.

El equipo amarillo y amarillo saltó al terreno de juego justo en el momento en que sonaba el himno del Cádiz con una sincronía tan perfecta, una agilidad en los movimientos  y una marcialidad hoplita que por un momento recordó a Gemma Mengual y sus chicas de oro.

El Betis be, sin embargo, saltó mientras el graderío los acogía con las habituales muestras de cariño y cordialidad para con sus antepasados, cánticos con la explicación a la trinidad de la blanca paloma y los recuerdos emocionados al máximo accionista bético, don Manué Ruin de Loesperra.

El que saltó con mal pie a la alfombra de Carranza -y digo alfombra porque eso de césped tiene lo que Belén Esteban de física cuántica-  fue el árbitro designado para el encuentro.  

En el minuto cuatro Chavet García hizo honor a su apellido perdiendo la chaveta y expulsando con roja directa (la tarjeta, no la página web para ver partidos por la cara) a Dani Cifuentes por una entrada sin maldad  en el centro del campo.

A partir de ahí el equipo de Risto –que no anduvo muy listo- se descompuso en sus factores primos como un vulgar número entero compuesto, lo que aprovecharon los pupilos de Oliverio Álvarez para hacerse con el mando del partido y poner cerco a la puerta cadista.

Y claro está, tanto va el cántaro a la fuente que termina por saberse el camino. En el minuto 20, Bernal se interna en el área cadista tras una jugada trenzada por los béticos, encara a Dani Miguélez, que efectúa una salida propia de un portero de discoteca y derriba sin mucha dificultad al delantero foráneo. “Es que le vi que tenía los tenis blancos y me dije este aquí no entra”, declaró el portero compungido a los medios.

El penalti lo ejecuta el soldado Ryan y Miguélez realiza una espectacular “Contrerinha”, adivinando perfectamente el lado contrario por el que va la pelota. Gol. Uno a cero, por culpa del portero.

A partir de ese instante la figura del portero cadista emergió cual Ave Fénix y salvó a su equipo de una goleada mayor hasta en tres ocasiones seguidas. Pues ya podía haberlo hecho antes.

Pero el chaval Chavet seguía haciendo de las suyas y ennerviaba a los ya de por sí alterados jugadores amarillos y amarillos cargándolos de tarjetas, atreviéndose incluso a expulsar al más peligroso de los cadistas, al doctor Fernández Cubero.

Este hecho tranquilizó a los jugadores, que pensarían para sí, “mira si nos lesionamos por lo menos contaremos con una segunda opinión” y a partir de ahí el Cádiz comenzó tímidamente a sobreponerse de los ataques béticos.

Y si Isaac Newton presentó en 1867 la Ley de la Gravitación  Universal, de más gravedad fue que el Carranza barruntara sobre las nueve y cuarto de la noche la Ley de la Compensación Parcial, y ésta hicera su aparición a dos minutos del descanso cuando el Chavet del ocho expulsa al bético Bernal para dejar a los dos equipos con diez. Su tabaco, gracias.

La segunda parte fue un monólogo de los malos, un quiero pero no puedo, un no por mucho madrugar, un, no sé si me explico, vivo sin vivir en mí.

Foto: portalcadista.com

Los discípulos de Risto no aprenden las enseñanzas del juego al ataque ese que dice que juega el Cádiz pero que, lamentablemente, aún no ha aparecido por Carranza. Sí, sí, mucho toque mucho toque pero debe ser como el toque de Johnson, que cambia el polvo por el brillo, porque lo que es profundidad ni mijita.

Es en esta segunda parte cuando pudimos comprobar las excelencias futbolísticas del equipo de Oliverio Álvarez, que ya había dejado su impronta y su sapiencia futbolística como entrenador en el banquillo cadista hace unas temporadas cuando fue el designado por el entonces presidente Muñoz y ahora Oráculo del presidente Huguet para devolver al Cádiz a la primera división. Tes quí ya, Oliverio.

Fruto de su paso como entrenador por grandes escuadras como, por ejemplo…. y también…., Álvarez dispuso sobre el tapete un sin fin de tácticas estratégicas con las que, si entonces se hubieran sabido, la segunda guerra mundial habría durado una semana y media.  Así las cosas, era normal que la gente pensara que el Cádiz estaba jugando en vez de contra el Betis be contra la Betty Boop, porque daba pena ver cómo las bailarinas verdiblancas iban cayendo al terreno de juego una y otra vez con continuas pérdidas de tiempo, simulando lesiones con el permiso del individuo que, en teoría, venía a impartir justicia.

Y le llamo individuo porque es imposible llamarle colegiado, ya que nadie que haya ido a un colegio es capaz de gritar a un futbolista “vete de aquí o te arranco la cabeza” como hizo el energúmeno este con Carlos Caballero, aunque, en su defensa, hay que decir que como Carlos Caballero no había aparecido durante todo el partido a lo mejor era la primera vez que lo veía y por eso se asustó y le espetó de esa forma.

“Esto es fútbol”, declaró a los medios un  Oliverio Álvarez más contento que Michael Jackson en el Chiqui-park. Sí, claro. Y lo de Xavi e Iniesta también. Si como jugador Oli se mereció un bonito pasodoble, como entrenador va camino de merecerse un cuplecito mojonero de cuarteto de los malos.

A todo esto, Risto despertó de su letargo y dio con la tecla. ¡Eureka! ¡Ya sé con qué  V´iadákobi! Esta vez la excusa va a ser el árbitro. Para la próxima toca el terreno de juego de nuevo. ¿Y si probamos a tirar entre los tres palos? A lo mejor así entra alguna.

En los últimos minutos salió Pachón, que continúa Pacharlo y López Silva, que dio un poco de más de mordiente sin hincar el diente.

Por el Cádiz destacó Fran Cortés, que lo intentó en todo momento, aunque picó como un pipiolo en la provocación bética y fue expulsado en el minuto ochenta y ocho.

Por el Betty Boop destacó el portero Adrián que -si bien no tuvo necesidad de realizar ninguna parada- estuvo inconmensurable por su genial interpretación en el sainete “Poresito mi chiquillo que le han destrozao los tobillo”, que le valdrá para su nominación a los Oscar de cine y a los Max de teatro. El premio Tía Norica al mejor títere no, porque ya está dado hace un tiempo.

Total, que fin de partido, pérdida del liderato y pérdida de la fe. Esa fe que mueve montañas, aunque no el iceberg que, tacita a tacita, va emergiendo de las profundidades. Esperemos que no nos pase como al capitán Smith y sepamos enderezar el rumbo  con las ideas claras, las mismas ideas que faltaron durante el partido para solucionar la poca  profundidad del equipo. ¡Vira a babor, por favor! Que aún estamos a tiempo. De sobra. ¡Y de zozobra!

Abrazos cadistas.

José Manuel Ramos «Pichili»

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