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La Crónica Daltónica (desde otro color):
Cádiz 1 - Lorca Atlético 2 |
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15.11.2010 |
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Como dijo el sabio chino Confucio a su discípulo Huan Lui We-bin aquella azarosa tarde en la que él solo se enfrentó a siete maestros de kung-Fu, tres de Karate, cuatro de Aikido y uno de lucha grecorromana, “La derrota tiene algo positivo, lo que pasa es que ahora mismito no me acuerdo de lo que es”.
Tarde de despedidas en Carranza. El Cádiz se despedía de los puestos de liguilla, Risto Vidakovic se despedía del banquillo, y yo me despedí de mi paraguas de Bob Esponja que dejé olvidado en el segundo anfiteatro de fondo norte, fila 3 número 55.
La jornada no había empezado nada halagüeña por culpa de la estrategia de Ferrari que dio al traste con las esperanzas de Fernando Alonso por tricampeonar. Hasta tal punto estaba cabreado el piloto asturiano que ha trascendido una conversación que tuvo en la vuelta 54 cuando su jefe de equipo le comentó por la radio interna… “Ferdinando, aligera, porca miseria, que va a ganar Vettel” a lo que Alonso respondió con un escueto “¿si?, po Vettel al caraho”. Y se quedó tan rampante.
El partido comenzó como siempre, el Cádiz intentando tocar y tocar pero sin llegar a afinar, como los guitarristas malos, y el equipo contrario, en este caso el Lorca, presionando al máximo y asfixiando a los creadores cadistas, que durante la primera parte realizaron un juego bastante ofensivo… para los ojos de los pocos valientes que se atrevieron a acudir al estadio con la que estaba cayendo. Oficialmente, asistieron 3.250 espectadores, de los que 1.328 se quedaron en su casa.
Pero todo cambió en el minuto 37. En un corner, una melé con introducción en el área cadista la sanciona el colegiado Hernández Maeso con penalti. La pena máxima la lanza Verdú con paradinha incluida, en homenaje a las múltiples desempleadas de Cádiz, mientras que Dani Miguélez realiza una impresionante Contrerinha, adivinando perfectamente el lado contrario por el que va la pelota. Gol, cero a uno. Ya estamos.
Hasta ese momento el juego del Cádiz había sido más feo que las garras del pájaro jaula pero a partir de ahí fue aún peor tirando a diosmío.
Durante el descanso, el entrenador serbio sabía que con ese resultado ya estaba Risto para sentencia en virtud del ultimátum que le había dado el consejo de “administraición”, por lo que les leyó la cartilla a sus muchachos y éstos saltaron al campo con otras ganas. Con ganas de irse pronto, vamos.
Viendo que en esta segunda parte lo único que pasaban eran los minutos, Vidakovic dio entrada a Jose Miguel Caballero por un apagado, elija otro, Fran Cortés. El joven centrocampista le dio otro aire al ataque cadista momentáneamente, pero enseguida se mimetizó con la descorazonadora mediocridad que es hoy día el equipo amarillo.
Aun así, el equipo lorquiano decide animar a la hastiada afición cadista encajando en propia puerta el gol del empate en un inverosímil despeje de Méndez –que engaña a propios y extraños-, tras centro a ninguna parte de Aaron no tan bueno.
Tras este regalito, los cadistas se envalentonaron, despertaron de su letargo y de su incipiente hibernación y jugaron al fútbol durante cerca de tres minutos, cuando en una jugada trenzada López Silva amaga y deja pasar un centro de Aaron menos bueno que Velasco se encarga de marrar disparando flojito flojito flojito a las manos de Goyo.
En el minuto 76 el Lorca consigue el definitivo uno a dos. Una falta botada desde la zona del banquillo cadista es rematada al fondo de las mallas en un perfecto cabezazo por Olivares, que bate en vaselina sin remisión a un Dani Miguelez que realizó en esta ocasión la Cantata Piu Adelantato, oh ingrato destino, en mi tiene bemol, de la Opera Tristón y Sorda de Giusseppe Molto Verdi, mientras que Baquero, encargado de su marca, lee el ídem. “Es que yo oí Olivares, Olivares, pero sabía que eso es de Machado y no de Lorca”, declaró compungido a los medios.
Total, que fin del partido. Victoria merecida del equipo entrenado por Josemi Rodríguez Sieiro. El Lorca atlético realizó su homenaje particular al genio Berlanga convirtiéndose en el Verdugo de Vidakovic, mandando al técnico serbio quien sabe si a entrenar al imperio austrohúngaro.
Tras el partido, el nuevo los mismos consejo de administración se reunió para acordar el cese fulminante (antes, antes) de Risto Vidakovic y su segundo Ureña, lo que fue aprobado por unanimidad tras evacuar consulta con El Oráculo de Doña Mencía y con el visto bueno del asustaforos.
Toca buscar nuevo entrenador y esperemos que la sabiduría y los administradores concursales iluminen a Roberto Suárez. Aún estamos a tiempo de vaya usted a saber qué.
Seguro que esta derrota servirá para algo, pero ahora mismito no sé para qué. Ojalá que sea para que de una vez por todas nos demos cuenta de quiénes somos y dónde estamos. A por la cruz de Caravaca.
Abrazos cadistas.
José Manuel Ramos «Pichili»