El resultado de ayer, el juego desplegado y la reacción de los más de 4.000 valientes que acudieron al fútbol en un día auténticamente de perros, fue sin dudas un aviso a todos los que ahora conforman el Cádiz CF. Tarea suya es ahora la de recogerlo.
 
Si en partidos anteriores cabía alguna excusa, ante el Arroyo no puede valer ninguna. El Cádiz dio una deprimente, triste y trágica imagen ante su público ofreciendo argumentos negativos tanto a aquellos que tenían dudas sobre este proyecto y a los que no las tenían, hasta esta goleada histórica. Las sensaciones no pudieron ser peores y en sus manos está el convencernos a todos de lo contrario. Un convencimiento que debe ir más allá de las palabras de Gaucci y para lo que hacen falta hechos y resultados. No cabe otra. Carranza es sabio y siempre lo ha sido. Es capaz de soportar malos resultados pero no el ridículo. Eso no forma parte de su historia y sí el esfuerzo, el respeto por unos colores y un escudo de una camiseta que el próximo domingo debe viajar hasta Albacete para, como mínimo, mostrar otra cara.
 
Abandonar el césped con el rostro agachado es mala señal. La señal de que no se hizo lo necesario. Por favor, que no vuelva a repetirse. Esta afición no lo merece.