“Es preferible fiarse del hombre equivocado a menudo, que de quien no duda nunca”. Scott Fitzgerald
Siete partidos han bastado para que se abra el ánfora de Pandora y se desaten todos los males cadistas. A las primeras de cambio arrecian las críticas y ya aquellos fichajes que parecían peloteros de otra categoría se comenta por lo bajini que, efectivamente, son de otra categoría, que no valen para esta; que hay que cambiar las bandas porque desafinan; que a Silvestre lo queremos mandar con la Abuelita y con Piolín; y ya Aridane sí falla la, la, la, la, la…
Con la derrota a los cadistas nos entra la melancolía de fin de año y nos acordamos de los que ya no están, desde David Sánchez a Machicha, ambos incluidos.
Se duda de la capacidad de los jugadores, se duda del banquillo, se duda del método de Cervera. ¡Se duda de todo! Y ya se habla de dudas y de descartes y no precisamente de la duda de Descartes, hombre metódico donde La Haya.
Partiendo de la evidencia, el Cádiz perpetró un partido horroroso tirando a diosmiodemialma. Da coraje que ocurra con un ambiente espectacular y cuando se había colgado el cartel de no hay billetes. Será de no hay billetes para fichar a un centrocampista en condiciones porque huecos había en las gradas.
Al parecer, esos huecos correspondían a 155 que se esperaba que vinieran desde el Principado pero que, por hache o por be, nunca terminan de llegar.
Si analizamos las causas vemos que la derrota se produce por una serie de catastróficas desdichas: el primer gol de córner mal defendido y el segundo en una jugada desgraciada en la que la defensa está más descolocada que Rita Barberá en el Grupo Mixto.
Ante la falta de propuesta del Cádiz, el Real Oviedo se limitó a poner en práctica las virtudes que caracterizaron a su entrenador, que los está enseñando a “codearse” con todos los equipos de la liga 1|2|3. Un Fernando Hierro que es el único ex futbolista del mundo que ha sido capaz de mimetizarse con objetos hasta lograr que su rostro alcance un asombroso parecido con la mismísima copa de Europa.
Y entre que el Cádiz no proponía, el Oviedo que propinaba y el juego que estuvo más detenido que Jenaro Jiménez llegó la primera derrota en Carranza.
En síntesis, como solía decir Karl Krauss del imperio austro-húngaro “la situación es desesperada, pero no grave”. Después de siete partidos es la primera vez que el Cádiz parece peor que el contrario, ergo de cada siete uno no está nada mal, ¿no?
Pienso, luego insisto que Álvaro Cervera se merece el beneficio de la duda. Esto no ha hecho más que empezar y si falla el plan B, ya dará con otro plan. Con sus aciertos y sus errores, con sacrificio y esfuerzo nos trajo hasta aquí, no queramos ahora en cuatro días jugar la champion league. Así que tranquilidad en las masas y confiemos en nuestro gafas, que luego pasa lo que pasa.
José Manuel Ramos 'Pichili'
Colaborador de Portal Cadista y Radio Cádiz