El primer partido de la Era Rubio quedará marcado por la revolución que efectuó en el equipo. Imitando al mayo francés y al grito de “seamos realistas, pidamos lo imposible” el entrenador albaceteño le entregó la manija de la creación a ¡¡Bezares!! Si eso ocurre en la Sorbona (una Universidad parisina, no una casquivana jovencita) la revolución del 68 hubiera pasado más desapercibida que un cara a cara entre Saramago y Umberto Eco en prime time.

El bueno de Bezares (bueno por buena gente, que se le supone que es) efectuó un par de pases a lo Laudrup, esto es, mirando para el tendido. Total, da igual que mire o que no mire …

Como tenía muchas dudas en quién poner de central, el entrenador zanjo la cuestión en un santiamén. Al grito de “a tomá por culo la bicicleta: que jueguen todos”, alineó a los cuatro que tenemos disponibles. Lástima que Yago-yao se encuentre preparando la olimpiada con su selección porque hubiera sido bonito ver jugando a los cinco centrales a la vez. Eso tiene que ser como un eclipse de sol, que te tienes que poner hasta gafas especiales para verlo. Y creerlo.

Para el ataque, Julián formó un rombo con Parri, Natalio, Dani y Gastón Casas. Pero hicieron un juego de dos rombos: Parri, demostró que su juego es exquisito, quiero decir, que es quesito porque enseguida se fundió; Natalio un tiro a puerta en todo el partido y salió a 5 metros; Dani muy peleón pero sin tirar; y Gastón, que con un nombre así es incompatible con don Muñoz y, por tanto, imposible que triunfe en el Cádiz.

A toro pasado es muy fácil criticar pero bien pensado la jugada es genial: siembras el desconcierto entre los tuyos porque no saben quién es quién ni de qué están jugando. Pero también siembras el desconcierto en el contrario porque no saben quién les está marcando y, entonces, tampoco saben muy bien de qué están jugando ellos. Si yo soy extremo, ¿qué hago por donde está el central? decía Calleja. Si yo soy centrocampista, ¿que hago por donde está el central? se preguntaba Carpintero. Mientras que se ponen entre ellos de acuerdo, que si tu eres el central derecho, que si yo el lateral que si tu juegas de medio centro que si pitos, que si flautas, que si Limia canta, que si Raúl cabecea perfectamente dentro del área a Hidalgo, los del Málaga que dicen que no puede ser, que tres no se vale y que a ver si nos organizamos un poquito. El caos dentro del cosmos.

Y va el árbitro, el mejor de los veintidós, y pita descanso. Descansemos.

En la segunda parte el Málaga salió a por todas y el Cádiz a por unas cuantas. Como el partido estaba equilibrado, Bezares decide desequilibralo y realiza una entrada propia de desequilibrado, desequilibrando al contrario con un patadón en el centro del campo a 30 cms del árbitro. Total que expulsión y uno menos. El equipo apenas lo nota porque ya está acostumbrado a jugar con uno menos cada vez que juega él.

A raíz cuadrada de ahí todo es sufrimiento. Las preguntas filosóficas de ¿quiénes somos, de dónde venimos y por qué somos del Cádiz? martillean nuestros pensamientos cual escuadrón de jubilados apalancados en una obra.

Julian mata el partido y, para no liarse, cambia a tres de adelante. Da igual porque van a jugar atrás. Gustavo oxigena perdiendo el tiempo, Fleurquin destruye por el centro y Enrique hace sus cosas. ¿Cuáles? Y yo qué se. Sus cosas. Pues eso.

En los últimos minutos Calleja, hace honor a su apellido y se tira con mucho cuento. Segunda tarjeta y a cambiarse la camiseta con Bezares.

Después de cinco angustiosos minutos de descuento pita Pérez Lima –el árbitro del chapinazo- y justo reparto de puntos. A ducharse rapidito que salen los “molovolumen”. Aunque a alguno lo traía yo de vuelta en una mobilette cadi para que le diera el fresquito y se le aclararan las ideas…

Mención especial para De Quintana que, al igual que su sobrina Ana Rosa, parece que por él no pasan los años. Aunque Ramón tiene mucho más mérito porque no usa el photoshop. Partidazo para enmarcar.

Buena suerte al Málaga y que si el año que viene no juega contra el Cádiz sea porque ellos hayan ascendido. Como dice mi cuñado Paco, “¡Ajolá!”. Bueno, también dice “abitro” y “daleao” pero es un montón de güena gente, ¿qué pasa, listos?

A los que se dieron el palizón en sus coches ¡qué cojones tenéis, pedazos de cadistas! Mi admiración más profunda. Merecéis todos los espetos… de boquerones y sardinas.

Lo dicho, que a ver si el próximo domingo acaba de una vez por todas esta pesadilla en Trille Street, ganamos al Sevilla Atlético y los cuatro carajotes que quieran celebran la permanencia. Los demás respiraremos tranquilos. ¡Adelante!

Abrazos cadistas.