A.A.C.

Acaba de terminar el partido y los tres puntos se vienen para Cádiz viajando en autobús. Ha sido un triunfo sufrido pero ya son nuestros. Un centenar de cadistas han podido ver con sus propios ojos lo que muchos miles de cadistas hemos tenido que percibir por los oídos. De Torredonjimeno, de Córdoba, de Madrid, pero sobre todo, de Cádiz. Precisamente, a estos va dedicada mi columna de esta semana.

Quiero destacar a la agrupación de Aficionados Cadistas por su capacidad organizativa y por su trabajo en silencio. Ellos tuvieron su primera experiencia en desplazamientos organizados de la forma más amarga que un aficionado pueda tener, con un descenso. En su bautismo, no pudieron contagiar con su entusiasmo a los que aquella tarde mancillaron la camiseta amarilla. Pero el equipo les debía una alegría, o muchas, y esta no ha tardado en comenzar a saldarse.

En aquella fatídica tarde de Alicante, me acordaba de vosotros. Me dolió más por vosotros que por mí mismo, ya que teníais que afrontar una vuelta a casa larga y penosa donde los silencios del bus solo quedaba roto por algún que otro profundo suspiro o por un amargo sollozo. Hoy la vuelta será totalmente diferente y la alegría será la protagonista. Hoy habéis presenciado in situ a nuestro Cádiz, capaz de demostrar su enorme pegada en la primera parte y de saber sufrir en la segunda. Erais cien, pero sonabais como mil a través del sonido ambiente de la radio.

Desde ya, tenéis que trabajar en la organización del segundo desplazamiento que seguro que en vez de un autobús, llenáis dos.

Hacéis bien en no permitir las comparaciones con nadie, ya que mientras la Federación trabaja para sus asociados, vosotros lo hacéis para todo aquel que tenga un sentimiento hacia el amarillo y azul sin distinción de edades, sexo, filiaciones o grada. Para aunar cadismo no basta con predicarlo, hay que demostrarlo con actos y con trabajo y vosotros lo hacéis. Y en silencio.