Qué bonito está mi Carranza

No voy a comenzar un debate sobre si las aficiones meten goles o si se puede jugar con uno más si los de la grada insuflan ánimos a los del césped. Imagino que cada uno tendrá una idea diferente sobre ‘el poder de la grada’ y jamás llegaríamos a consenso. Pero lo vivido hoy en Carranza, sobre todo a partir de la segunda parte, siempre es positivo se mire desde donde se mire.

La importancia de una afición se puede medir desde distintos parámetros. En primer lugar, la fidelidad hacia unos colores al renovar los abonos a principio de temporada. Tras cada jornada y temporada el razonamiento crítico sobre aciertos y errores cometidos y el derecho a expresarlo. Y, en medio de todo eso, el papel que desempeña la hinchada en el transcurso de cada partido. Todos son necesarios y cada cual tiene su importancia en su debido momento.

El choque de ayer en el Ramón de Carranza es uno de esos en los que sales orgullosos de los tuyos. De los que cada domingo sufren y disfrutan igual que tú. De los únicos que en este mundo del fútbol pagan dinero por participar en él en vez de ganarlo. El partido no estaba ni fácil ni bonito y un solo gol separaba los tres puntos de la victoria del empate o la derrota. Y en esas estábamos cuando, desde el Fondo Sur, Brigadas Amarillas levantó al resto del estadio. Lo hizo invitando a cada grada a unirse a ellos, con imaginación y nuevos canticos, sumiendo al coliseo cadista en una fiesta que comenzó a las siete de la tarde del sábado de carnaval.

Como dije al principio, no sé si esto equivale a que los nuestros crean que juegan con uno más, pero de lo que sí estoy convencido es que el rival se siente como si jugara con uno menos. Seguro que más de un jugador del CD Linares miró de soslayo lo que tenía alrededor sintiendo algo de envidia por no vestir de amarillo.

Sería buena señal que la fiesta se prolongara en el tiempo y que tuviera su momento culminante el próximo mes de Mayo, con un feliz final para todos y con 20.000 almas siendo testigos de la consecución del objetivo.

Aún queda mucho para la gran final pero lo de ayer tuvo tintes de ensayo general.

Miguel Ángel Vallecillo