La Crónica Daltónica (desde otro color): Levante 1 - Cádiz 1
Como dijo Vincent Van Gogh a su amigo Gauguin, “¿lo qué? Ya te he dicho muchas veces que me hables por la otra oreja, que por ésta no te escucho muy bien.”, señalando a la que tenía guardada en su bolsillo, conservada perfectamente en un trapo con esencia de trementina.
La semana venía marcada por la hazaña que realizó el Cádiz el miércoles en Las Palmas en forma de homenaje a Azaña, perdiendo la eliminatoria de la Copa del Rey y quedando apeado a las primeras de cambio de tan monárquica competición.
A todo esto que en el vuelo de vuelta a Cádiz la azafata sufrió un desmayo para susto del copiloto, que está recién casado y sobre el que recayeron todas las sospechas, aunque jura que fue solo un desliz sin importancia y que no lo volverá a hacer más… en los lavabos del avión. Hizo bien el comandante en suspender el vuelo hasta que se aclaren las circunstancias.
¡Valencia!
Con Iberia
la maleta de las botas se extravió.
(Tarata Tachin tachin tachin, Tarata tachin tachin)
¡Paciencia!
porque puede
que aparezcan cerca de Fernando Poo.
Foto: PortalCadista.com |
Pero gracias a Dios, el Cádiz dio el oportuno aviso a Camps y éste tiró de fondo de armario y enseguida aparecieron botas y trajes para todo el mundo.
Total, que a pesar del sangangui, el Cádiz saltó al terreno de juego del Ciutat de Valencia de completo amarillo pollo. El planteamiento de Gracia sigue siendo valiente, de apuesta por el juego bonito y en los primeros compases (ele, ámono y arsa ahí) ya pudo adelantarse en el marcador por medio de López Silva pero el trencilla Gardeazábal lo anula por inexistente fuera de juego. ¡Para una vez que marcamos!
Pudo adelantarse el Levante gracias a la “cantata en si mayor opus 45 de la ópera Il Trovatore Non Sforza, de Giuseppe Molto Verdi para la Categoría” que realiza Kiko Casi-casillas, aunque el remate de Robusté a puerta vacía salió lamiendo el poste (slups, slups).
El joven guardameta se desquita minutos después acertando en un mano a pie ante Igor, que estuvo chungo.
El Cádiz, que alternaba fases de juego bonito con grandes desconciertos, estaba ganando a los puntos aunque tenía menos pegada que los carteles de los ecologistas en las elecciones generales. Una buena jugada de López Silva no encontró las botas de Enrique. Como buen extremeño, el extremo era el único que llevaba botas con tacos de jamón. De pata negra.
Pero en el minuto 32 se adelantan los locales en un corner rematado al fondo de las mallas por Carril (buenas almejas), que supera la zona catastrófica gaditana. Casi-casillas podría haber hecho algo más. Como todos los demás.
Con el gol, el equipo amarillo se ahoga y se pierde como Jenaro y no aparece hasta el comienzo del segundo tiempo. Descanso.
En la reentré el Cádiz lejos de amilanarse se abarcelonea y se viene arriba y crea ocasiones en un tiro potente de Toedtli, que despeja como puede el otro Reina, y en un corner ensayado que remata alto nervios de horchata Ormazábal, que cuajó –como no podía ser de otra forma- un buen encuentro en la medular.
El equipo blaugrana responde con otra ocasión de Igor que in extremis de tacón salva Silva. Sí, salva y silva juntos. Increíble.
En el minuto 68, a uno de la gloria, el Cádiz recibe su justo premio en un centro desmedido de Cifuentes que coge altura –el centro- y vuela al segundo palo para que Enriquinho nos regale la “cuerpezinha descontrolada”, que consiste en amagar con la cabeza para ir golpeando la pelota lenta y parsimoniosamente con frente, nariz, pecho, picha, rodilla, peroné, empeine y punta del dedo gordo en un remate sin fin, lo que provoca –como su propio nombre indica- el descontrol del portero contrario que, abandonado a su suerte, ve cómo la pelota termina siempre en el fondo de las mallas. ¡Olé!
Hasta el final, pudo decantarse el partido por cualquiera de los dos contendientes en un autogoluyyyy de Larrea y en una ocasión de Javi Guerra -que no hizo mucho honor a su apellido- que el larguero se encargó de repeler ante un Casi-casillas batido. ¿Qué hacemos, lo dejamos así? Pues venga, empate a uno y un punto para cada uno.
En fin, un punto que viene de maravilla para tranquilizar a las masas. ¿Que hay que exigirle más al equipo? ¿Al equipo o al que lo ha hecho? Vamos a esperar un poco, hombre. Jugando así y a nada que se gane más contundencia en defensa y más mala leche en ataque pronto se lograrán más puntos que los necesarios para reponerle la oreja seccionada al genial pintor holandés. O esa es mi impresión. Que los dioses futboleros me oigan.
Abrazos cadistas.
José Manuel Ramos «Pichili»