Salvi en Vallecas. / Trekant Media

Si algo han aprendido los equipos que se han enfrentado al Cádiz CF en las primeras jornadas de la competición es desactivar las bandas, romper de lleno la conexión que intentan crear jugada tras jugada los extremos con Ortuño para sorprender al rival y hacer gol. El principal arma de Cervera. Una conexión que desde la pasada jornada ante el Real Oviedo se ha dejado de ver y que ha repercutido negativamente en la imagen y en los resultados del cuadro gaditano.

Como muestra, un botón. Anoche Ernesto Galán, lateral derecho del Rayo Vallecano, explicó en zona mixta que durante la semana habían trabajado la manera de frenar ambas bandas, de la misma manera que José Ramón Sandoval, técnico rayista, había manifestado en rueda de prensa el buen trabajo de su equipo para evitar que llegaran balones limpio a Alfredo Ortuño. Verdés, del Oviedo, destacó exactamente lo mismo hace poco más de una semana tras ganar en Carranza. La lección, más que aprendida.

Ninguno de los cuatro extremos que han gozado de minutos en estas jornadas (Salvi, Álvaro García, Nico Hidalgo y Aitor García) han sido capaces en las dos últimas jornadas de mostrar la frescura y electricidad con la que pisaron LaLiga 1|2|3, cayendo en la trampa de las defensas ovetenses y rayistas por culpa de no presentar sobre el terreno de juego un Plan B que haga cambiar la imagen de un Cádiz que además de la verticalidad ha perdido la identidad.

Este déficit en las bandas se podría achacar al nivel mostrado por cada futbolista pero, cuando son cuatro los jugadores que lo intentan con el mismo resultado, las miradas apuntan al sistema de juego.

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