Sin Garrido no hay paraíso… ni equilibrio

Jon Ander Garrido

El centro del campo cadista, concretamente su pareja de mediocentros, ha sufrido cambios en los últimos partidos de manera obligada. La baja de José Mari debido a su operación de hernia inguinal, y que ya está en su última fase de recuperación, disparó las alarmas por perder en esa zona a uno de los futbolistas que otorga más fluidez al juego del equipo. Sin el roteño sin embargo se han conseguido buenos resultados y el Cádiz ha sabido enmascarar su importante ausencia con otras virtudes.

Pero no parece ser así cuando quien no está sobre el verde es Jon Ander Garrido. Sin el vasco los de Cervera tienden a perder ese equilibrio necesario que da el bilbaíno, un todo terreno que abarca una gran cantidad de metros cuadrados a su alrededor y liberando de buena parte del trabajo sucio a compañeros no especialmente capacitados para ellos.

La amarilla que vio en Elche hizo al técnico sentarle en el banquillo en el descanso. Era su quinta amonestación y se perdería el siguiente en Carranza, pero corría el riesgo de que viera la segunda en un partido muy apretado. El resultado fue un Cádiz descolocado en la segunda mitad que tuvo que tirar de épica y de Dani Güiza para llevarse los tres puntos. Ayer ese desorden volvía a entrar en escena durante todo el encuentro ante el Valladolid. El equipo se desarma en la medular y llega a las recuperaciones demasiado exhausto para volver a atacar. Falla el cuerpo y las ideas quedan en nada.

El Cádiz comenzó a crecer precisamente esta temporada a partir de ese entramado ordenado en el que Garrido es su principal baluarte. El problema es que no hay nadie en la plantilla que tenga sus mismas características y el mercado no debe tener demasiadas piezas como él.

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