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Esta semana, me di una vuelta virtual por la web del FC Barcelona para ojear la actualidad del equipo de la Ciudad Condal. Y una de las noticias que más me llamó la atención, no era precisamente una de la actualidad deportiva culé, sino la portada de la revista Barça que se repartía este Diciembre en el estadio blaugrana.  «¿Por qué no canta el Camp Nou?», rezaba la primera página de esta publicación dirigida al «soci».  Explicaba dicho artículo que en el interior de la revista se hacía una reflexión al barcelonismo sobre la animación del estadio.

Por mucho que Joan Laporta haya leído esas reflexiones no podía ni imaginar que solamente le hacía falta cruzar España en la siguiente jornada para darse cuenta de cómo se anima en un estadio. Se habrá percatado también que es de los pocos que habrá visitado su equipo donde no se han escuchado esos ruidos provocados por animales que tanta vergüenza hacen sentir a las personas de bien.

Pues sí, Joan. Aquí no tenemos ni «seny», ni millones de euros, ni balones de oro. Tenemos mucho más que eso. Tenemos una afición que sabe sufrir y valorar más el esfuerzo que la calidad de los que visten nuestra camiseta amarilla.

Un jugador suyo se ha llevado una sonora ovación al abandonar el césped de nuestro estadio y usted se ha llevado tres puntos para Barcelona. Espero también que se haya llevado algo de esta afición: su humildad y sus ganas de pasarlo bien junto a su equipo domingo tras domingo sin importar el resultado del partido. Quizás sea eso lo que le haga falta transmitir al Camp Nou.

Seguramente haya sentido mucha satisfacción al hacer historia con esta victoria, pero me da la impresión que ha sentido algo más al palpar cómo late el Ramón de Carranza.
Enhorabuena por su triunfo y por el juego que despliega su equipo que es un regalo a cualquier aficionado al fútbol.

Cuando quiera cantar con nosotros, aquí tiene nuestro estadio cuando guste.