Miguel A. Vallecillo/portalcadista.com
El Cádiz ha conseguido hoy una victoria importante y lo es por diversos motivos. Eran muchas las dudas que se estaban planteando en anteriores jornadas, en las que los resultados no llegaban, y había que dar un giro a la situación. Para ello, nada mejor que ganar en Carranza ante su público, sin demasiados sobresaltos y apelando al colectivismo para conseguirlo.

[Sigue...]

El equipo merecía esta victoria porque, a pesar de que los números no lo reflejaban, se trabajaba en el césped y los jugadores dejaban constancia de intentar conseguir algo más. Lo hacían pero a lo mejor de forma equivocada.

Hoy Diego Rivas daba la clave para entenderlo: “Tenemos que trabajar de manera colectiva porque esa es la única manera de conseguir victorias”. No le falta razón al ciudadrealeño. En el fútbol de Segunda División, el camino más corto hacia el triunfo es el trabajo colectivo y el sacrificio tanto en defensa como en ataque. El primer delantero tiene que ser el portero y el primer defensa el delantero.

A falta de estrellas en la plantilla, hay que olvidarse de individualidades y volver a aquel axioma de hace unos años y que tan buen fruto trajo: “Donde hay un jugador rival, tiene que haber tres camisetas amarillas rodeándolo”. Hoy en muchas fases del encuentro así ha ocurrido.

Una victoria que resulta necesaria para espantar un poco más a los fantasmas de la parte baja de la tabla. Tres puntos que, aunque para muchos sea recortar puntos al cuarto clasificado, por ahora sólo sirven para distanciarnos del puesto 19. ¿Más adelante? Ya veremos. Fuere lo que fuere, la clave para el próximo partido sigue siendo la misma: ser un equipo y trabajar como tal.

Hoy se ha visto a un Cádiz sacrificado y con orden. Un equipo en el que Fleurquin ha estado soberbio en el centro del campo imponiendo sus galones y veteranía. Con una defensa atenta, sin fisuras y con aportaciones ofensivas.

Arriba hay algo más y se llama Natalio. Puede convertirse de aquí a final de temporada en la referencia para el resto de sus compañeros y éstos se verán liberados cuando él tenga el balón. Rodeado de Gustavo López (todo un ejemplo para cualquier futbolista) y Kamil Kosowski el equipo lo agradece. Bangoura da la sensación de que es el delantero que nos vendieron: peleón, que va a por todas y que cubre el balón de maravilla de espaldas a la portería. Costará un poco que sus compañeros terminen de entender su juego pues el Cádiz hace mucho tiempo que no tiene un ariete de su corte.

La meta para mi, sigue siendo clara: llegar a los 50 puntos. Tenemos 33 y los tres próximos tienen que caer en Córdoba para conseguirlo cuanto antes mejor. Poco más le pido a esta temporada tan rara. Los números que nos separan de la cabeza, aunque son reales, están desvirtuados por la circunstancia de que aún hay ocho equipos por el camino. No nos ceguemos y a seguir trabajando.