Yoni Weiss/portalcadista.com

Me van a permitir uds. Que haga una incursión de entre semana para dejar plasmado un sentimiento personal entorno a la figura de Líbero Parri.

Leyendo la prensa del martes y habiendo estado físicamente en la famosa reunión de los más de 30 aficionados en Carranza a la llegada del equipo, no dejé de preocuparme cuando pude palpar como la afición les pedía a los capitanes que salieran los verdaderos culpables de la caótica situación en la que nos encontramos inmersos. Entre esos jugadores reclamados estaba Líbero Parri.

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Es vox-populi que la temporada del jugador valenciano no está resultando directamente proporcional al la expectación despertada tras su fichaje, pero no es menos cierto que hay circunstancias que tal vez el aficionado cadista desconozca y que me gustaría puntualizar en este artículo. Por otra parte lanzo una pregunta ¿Cómo pueden ser culpables los que no juegan?.

Como bien ha analizado mi compañero y amigo Nacho Limón en su blog, por cierto, lugar que recomiendo a los que se quieran empapar de Cádiz C.F. con aportaciones valiosísimas, la llegada de Parri al Cádiz se produce con unas connotaciones adversas y que convienen recordar para llegar a interpretar una situación tan real como adversa para la progresión del jugador.

Líbero Parri llega al Cádiz después de haber sufrido una intervención de osteopatía de pubis a finales de la pasada temporada. Los que han sufrido de esa lesión o han tenido a alguien cerca con ese tipo de dolencias pueden comprender el infierno que supone para un paciente de estas características, y lo fuerte que se ha de ser mentalmente ya que la recuperación total es algo que parece que nunca te va a llegar. Después de la intervención, llega el proceso de recuperación, un proceso que en el caso de Líbero se le efectúa con prisas y mal planificado, lo que hace que el jugador no responda positivamente al tratamiento prescrito. Su traspaso y llegada a Cádiz se produce entonces, llegando el jugador aún sin estar recuperado de esta difícil lesión. Una vez en manos de Lorenzo Buenaventura se comienza a tratar acertadamente pero a su vez respetando los tiempos adecuados que esta lesión necesita. La angustia llega en el momento en que los resultados deportivos no llegan con García Remón, y Líbero fuerza para estar a disposición lo antes posible, pero mermado en cuanto a estado físico ya que sus compañeros llevaban las mochilas cargadas de la pretemporada mientras que Parri trabajaba para otros fines.

Después llega la época de Calderón, donde no solo Parri sufre las continuas entradas y salidas de las convocatorias en un sinsentido que descoloca a cualquier profesional del fútbol. Hoy juegas, mañana a la grada, no es la mejor terapia para un jugador llamado a ser el timón del equipo y al que se le exige resultados inmediatos. A todo esto, le unimos que el Cádiz de Calderón va a la deriva con un motín a bordo que hace que cada cual haga la guerra por su cuenta, y eso lo vemos en los partidos donde se sitúa a Parri de mediocentro y donde observamos como ningún compañero le tira un desmarque, teniendo que circular el balón hacia atrás una y otra vez. Ahora puedo entender a Lobos cuando cogía el balón y no se la echaba a nadie. Pues eso ha sido una constante en las apariciones de Parri en la etapa Calderón.

La etapa Raúl Procopio ya se convierte en un infierno para Parri. Es de destacar que pese a circunstancias emocionales, Parri sí está implicado y pide sin voz pero con hechos, una oportunidad para poner su grano de arena y lograr salvar esta situación. Para los que no sepan el dato, Parri no solo trabaja en los entrenos, además se queda más tiempo para hacer trabajo específico y lanzamientos de faltas a fin de estar suficientemente preparado por si su estatus cambia debido a las urgencias en las que andamos metidos. Sé que muchos le piden a Parri que se comporte en el campo como un Jabato, pero miren ustedes, esas no son las cualidades del valenciano, ni vino para eso. En toda construcción debe de haber obreros y arquitectos. No todo consiste en levantar paredes o derribar muros.

Por último, y perdónenme por lo extenso del artículo pero lo creía necesario, está el estado emocional en el que se encuentra el jugador. Un estado que yo puedo entender y todos los que hayan padecido esa enfermedad maldita en su entorno familiar cercano también me reconocerán lo difícil y largo que se hace el día a día en estas circunstancias. No quiero mencionar la palabra, pero está en mente de todos. Pues bien, los medios de comunicación han tenido a bien omitir ese dato talvez por respeto al jugador y a su pareja, pero es una realidad que está ahí y que resulta angustiosa. Como sé que el jugador está en el punto de mira de muchos que desconocen ese dato, me voy a permitir hacer una reseña para que podamos entender su situación y seamos más comprensivos y solidarios con alguien que de verdad, lo merece. Parri, en un afán de superación, intenta abstraerse de su problema cada vez que llega a un entreno y se enfunda la ropa de trabajo. Parri es el hombre que aún a sabiendas de que no será convocado quien sabe por qué decisiones, trabaja como el que más y más que ningún otro compañero con la ilusión de poder aportar su fútbol, si es que lo dejan. Y es que es tiempo de que alguno se de cuenta de que la táctica empleada de ordenar aburrir a los que más cobran se les está volviendo en su contra y el daño puede llegar a ser irreparable.

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