Hay personalidad
Aunque los partidos de fútbol tienden a valorarse principalmente a partir del resultado, a mí me gusta sacar conclusiones de esos pequeños detalles que trascurren no sólo durante los noventa minutos sino incluso más allá de ellos.
Ayer en el Ruíz de Lopera el Cádiz consiguió tres puntos importantes porque se enfrentaba al segundo clasificado y porque los resultados de la tarde daban la ocasión de despegarse más en la clasificación de los perseguidores. No fue un buen partido ni mucho menos. Por momentos fue intenso, por otro aburrido y las imprecisiones de los protagonistas fueron quizás demasiadas. Respeto, mal estado del césped o simplemente un mal día pudieron ser las razones. Lo cierto y seguro es que nuestro equipo se trajo por la autopista la victoria y que los que vienen detrás se ven un poco más lejos. Además, un partido más manteniendo la portería a cero y parando un penalti, que ni nos acordamos cuál fue el último que se consiguió atajar en competición liguera. ¿Cómo se consiguió? Pues como se pudo. Cualquier equipo que aspire a ganar más de 30 partidos en una temporada está sujeto a hacerlo en más de una ocasión de la forma en la que se consiguió ayer: aprovechando las oportunidades y teniendo esa pizquita de suerte necesaria.
Ayer el Cádiz no jugó con el escudo o el nombre de su equipo. Se olvidó por completo que enfrente tenía a un filial de un equipo de Primera y sólo lo vio como un conjunto que estaba haciendo una magnífica temporada y que no había cedido un solo punto en su casa.
Pero vamos a los pequeños detalles que tanto me agradan. En primer lugar, el gol de Rubiato. El madrileño se siente parte del grupo aunque el buen estado de forma de Toedtli le haya relegado a jugar menos minutos de los deseados. Se siente útil y sus compañeros saben que lo es y lo será en muchos partidos.
Y cuando el colegiado Jacob Yáñez dio por finalizado el encuentro fue cuando pudimos ver algunas cosas interesantes más en el seno de esta plantilla. Los jugadores festejaron la victoria no como la de un líder que estaba a cinco puntos del segundo, sino más bien la de un segundo que jugaba contra el líder. Saltos, abrazos y risas. Sobre todo las de un hombre, David García, que no dudó en saltar al terreno de juego para felicitar efusivamente y entre abrazos a uno y cada uno de los jugadores que estaban en el terreno de juego. Gritos de ánimos que se pudieron escuchar en todos los jugadores mientras abandonaban el césped camino del vestuario. Mansilla fue el último en hacerlo, entre voces de ánimo hacia sus compañeros.
Este equipo, como aquellos otros que nos han dado alegrías, forma un gran grupo. Su hacedor no es otro que Javier Gracia que, con su discurso plano y machacón, ha dotado de personalidad a una plantilla que hacía tiempo que la había perdido. Seguramente llegarán momentos menos dulces que los que ahora nos toca vivir, pero estoy tranquilo porque tengo la plena confianza de que este equipo está preparado para solventar cualquier problema.
Miguel A. Vallecillo