Ansiedad
“Ansiedad” ha dejado de ser solo el nombre de una famosa canción de Nat King Cole para convertirse en el estado de ánimo en el que se encuentran sumidos todos los estamentos del cadismo. Y es que esta ansiedad se prolonga más allá del césped, llegando a cubrir gran parte de la grada. El equipo continúa sin ofrecer una imagen acorde a la posición que ocupa en la tabla y la afición hoy ha vuelto a manifestarse con pitos a la conclusión del partido pese a haberse conseguido la victoria que era el objetivo marcado.
Y es que hoy, de nuevo se ha visto a un Cádiz C.F. demasiado nervioso a la hora de mover el balón. Se ha perdido la precisión, se ha perdido la solidaridad de ofrecerse al compañero, se ha perdido la frescura y la velocidad en el movimiento del balón, y eso le da facilidades al rival que a poco que acumule hombres en el centro del campo consigue interceptar más balones que los que consiguen pasar.
No puede ser que rival tras rival de los que pasan por Carranza hagan el partido de su vida y se muestren superiores a los amarillos. Ya todos los que nos visitan piensan en “mangar” algo positivo, cuando hace tres meses parecía que solo la “pájara” del día del Conquense era un accidente y que no volvería a ocurrir. Pero desde el partido contra el Betis B el equipo ha perdido la chispa del juego fluido que hacía naufragar cualquier presión que ejercieran los equipos rivales.
Si la “ansiedad” se la aplicamos a los jugadores, también es justo que la repartamos con el inquilino del banquillo. Javi Gracia también se está viendo impregnado de esa ansiedad y algunas decisiones están siendo cuestionadas por los 10.000 entrenadores que dicen que ocupamos las gradas del estadio. No se entiende, por ejemplo, que el equipo defienda las jugadas a balón parado con todos los hombres metidos en el área propia, ofreciendo en bandeja la segunda jugada y la línea de rechace. Se lo critiqué a Jose González y por tanto, también es de justicia que se lo cuestione a Javi Gracia. Entre otras cosas, porque este tipo de defensa acaba siempre con remate del equipo rival o con peligro por rebotes imprevistos. La entrada y salida de hombres en la convocatoria o en el once titular también es incomprendida por parte de la grada. Hoy se juntaban en el banquillo los dos hombres de la banda izquierda para que ocupara esa demarcación un hombre a pierna cambiada. Y como colofón a las críticas del graderío está la incomprensión a que deje que el equipo se enroque durante muchos minutos en su propia área, dando muchas posibilidades al contrario de que en cualquier disparo se convierta en peligro contra la meta de Casilla.
La afición también está ansiosa. Y lo está porque entiende que el Cádiz está obligado a no pasar tantas fatiguitas contra equipos de medio pelo y que ya apenas se generan situaciones de gol ante la portería contraria.
Hoy, a la salida del estadio, un jugador comentaba a sus allegados mientras se dirigía a coger el coche: “¿Qué quiere la gente si nos han pitado hasta cuando el Poli Ejido iba perdiendo? Si no quieren sufrir, pues que no vengan”. Yo que escuchaba la conversación accidentalmente y por proximidad, me sentí indignado, porque parece que los que estemos fallando seamos nosotros, los aficionados.
Yoni Weiss