Frente al espejo

Hoy me he sentido orgulloso de pertenecer a esta afición cadista, que es capaz de sorprender con sus manifestaciones.

Hoy tocaba como rival el Racing Portuense, un equipo abandonado a su suerte por un mecenas que se cansó de jugar a presidente de fútbol, creyendo que con sus aires de grandeza pronto se vería sentado en palcos importantes. Ha demostrado que la palabra “Racinguista” le viene grande, y que el apellido “Portuense”, más todavía. Él, que vive en la opulencia, le importa un bledo que una serie de personas que viven del fútbol se vean desalojados de sus domicilios por la policía, o no tengan nada que llevarle a sus hijos. Él, se cansó de jugar a presidente y se marchó, sin importarle que pueda desaparecer 81 años de historia por un simple capricho de adinerado.

Como decía en la cabecera del artículo, me he sentido orgulloso de los cadistas que hoy se volcaron en Carranza para con esos jugadores que han recibido bofetada tras bofetada y mentira tras mentira. Las ovaciones que hoy la hinchada cadista ha brindado a los jugadores portuenses me han puesto los bellitos de punta, y me han trasladado una década atrás. Aquel partido Cádiz-Motril donde se mascaba la tragedia y donde todo hacía prever que sería el último partido de la historia del Cádiz C.F.

Aquel día, al igual que hoy, recuerdo que también la climatología era parecida, con nubarrones que asomaban por el estadio gaditano amagando llorar por la desaparición de un histórico. Pero no llovió, al igual que hoy. Y es que seguro que el que abre los grifos del cielo intuía que eso no podía acabar así. Espero que esta tarde no haya caído ni una sola gota porque este mismo encargado del grifo intuya también que la situación del equipo racinguista encuentre una solución en la importantísima reunión que hay convocada para el próximo Martes.

De todas formas, me reafirmo en la lección de solidaridad que ha mostrado la hinchada gaditana que entiende la amarga situación de los vecinos, porque un día nos miramos en ese mismo espejo. El espejo de la desolación y del abandono.

Deseo a todo aquel que lleve los colores rojiblancos del Portuense, que algún día puedan recordar esto como un mal sueño pero que consiguieron superar al igual que hicimos nosotros. Pero recordad, la afición amarilla jugó el papel más importante en esta historia. Vosotros también debéis de dar ese paso adelante que invite a los empresarios del Puerto a apostar por su equipo y que no se van a ver solos en la aventura.

Suerte hermanos.

Yoni Weiss
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