Rodeado de dudas, Álvaro Cervera cogía las riendas de un Cádiz hundido, que veía acercarse a La Hoya Lorca por el retrovisor y se veía incapaz de levantar la cabeza. Por delante, cuatro partidos para comenzar una pequeña pretemporada. Cuatro rivales que permitían al nuevo entrenador practicar e instalar las bases de lo que se terminaría viendo justamente un mes después en la fase de ascenso.

El 23 de abril llegaba la primera prueba del nuevo equipo que comenzó a construir Cervera. Se presentaba en Carranza el Mérida. Jornada 35. Un golazo imparable de Aitor García, actualmente en la plantilla gaditana, daba la victoria al cuadro emeritense en un partido bastante igualado. Tocaba seguir trabajando para cortar, desde la solidez defensiva, la racha de derrotas. Algo que se conseguiría el fin de semana siguiente en Jumilla, con un empate a cero con el que se certificaría la participación en la fase de ascenso al perder La Hoya Lorca ante el Granada B por 2-0.

Llegaría entonces el partido en el que, para Álvaro Cervera, cambió el guion, aunque el resultado reflejara un cero a dos en contra. El 7 de mayo visitaba el UCAM Murcia CF el coliseo gaditano, llevándose los tres puntos para la facultad gracias a un gol de Pallarés y un golazo de Manolo. Con esta victoria sellaban el liderato con el que lograrían ascender posteriormente como campeón de la Segunda B tras eliminar al Real Madrid Castilla en la eliminatoria de campeones.

Dejó detalles este nuevo Cádiz que fueron del agrado del flamante entrenador cadista, dejando a un lado los dos goles. La insistencia en conceptos básicos tanto en defensa como en ataque terminaría dando sus frutos en el último partido de la temporada regular, en el que Salvi hacía el tanto de la victoria en Jaén. Un buen Cádiz que hacía borrón y cuenta para afrontar la fase de ascenso y emprender el camino hacia la Segunda División. Pocos cadistas podían imaginar en aquel entonces, y con razón, que aquel partido iba a ser el último en el grupo cuarto de la Segunda División B.