Después de conseguir el ascenso y dejar atrás las euforias, el Cádiz empezó a armarse como equipo de Segunda División. Tocaba dejar atrás todo aquello que brillaba en bronce por la plata. En el banquillo, la dirección confiaba en Álvaro Cervera. La afición, también. En la dirección, Juan Carlos Cordero cogía el cargo como director deportivo y la llegada de Quique Pina, formando tándem con Manuel Vizcaíno, daba estabilidad a una entidad que se vio obligada a vestirse por los pies para no caer en los errores del pasado.

Como en todas las pretemporadas, esta etapa de preparación sirvió para que los jugadores nuevos comenzaran a conocerse sobre el césped, aunque fue en la LXII edición del Trofeo Carranza donde llegó la primera prueba de fuego, como manda la tradición. La buena imagen mostrada ante el Atlético de Madrid en la primera semifinal, en la que los amarillos pasaron a la Gran Final en los penaltis para romper el empate a uno, y el buen papel realizado en la final ante el Málaga, aseguraba un buen futuro a los cadistas, que con el paso del tiempo fue creciendo como equipo de plata con una plantilla prácticamente nueva, pero manteniendo gran parte de la base que logró el ascenso.

En el primer partido de LaLiga 1|2|3, jugado en el estadio de los Juegos del Mediterráneo el 19 de agosto ante el Almería, el conjunto amarillo logró adelantarse en el marcador con un tanto de Alfredo Ortuño, jugador fundamental en el equipo gaditano. Saltaba la sorpresa, el nuevo se ponía por delante, aunque Azeez se encargó de poner la igualada para evitar que el Cádiz sumara su primera victoria tan pronto. Para lograrla, debía sudar y esperar. Tampoco llegó en la segunda jornada ante el Mallorca, marcando primero Ortuño de penalti y empatando Óscar Díaz. Ni tampoco en Miranda de Ebro, pese a adelantarse el Cádiz en el marcador con goles de Ortuño y Salvi. El de este último, un golazo. La rigurosa expulsión de Gorka Santamaría y el penalti más que dudoso ayudaron al Mirandés a remontar el partido y privar al cuadro gaditano de ganar por primera vez en Segunda.

Un universo paralelo abría brecha en la competición el 7 de septiembre. Regresaba el Cádiz a la Copa del Rey, a aquella competición en la que en diciembre de 2015 pasaba a la historia tras eliminar al Real Madrid por alineación indebida de Cheryshev y caer en octavos con el Celta de Vigo (mes de enero, 2016). Esta vez, como equipo de plata, le tocaba enfrentarse al Levante. Dani Güiza anotaba antes del descanso para unos amarillos que se merecían ir por delante en el marcador, empatando Roger en la segunda mitad tras un error defensivo. La igualada traspasaría la prórroga, decidiéndose la eliminatoria en una tanda de penaltis que dejó a Jesús Fernández, portero del Cádiz en aquella noche, como héroe para pasar de ronda.

Por fin llegaría la primera victoria el 11 de septiembre. En el Ramón de Carranza, ante el Getafe. Ortuño marcaba en el diecinueve a pase de Álvaro García, poniendo el gol de la tranquilidad Aitor García en el 81 desde la frontal y sentenciando el delantero murciano en el descuento materializando un libre indirecto dentro del área. En cambio, una nueva derrota llegó una semana después en Reus, donde el conjunto catalán vencería gracias a un tanto de Fran Carbiá. Para revertir esta situación, el martes 20 de septiembre, un gol de Jon Ander Garrido en el descuento tras un gran saque de esquina de Güiza volvía a dar la victoria y colocar al Cádiz en novena posición con ocho puntos.

Todo parecería torcerse el domingo 25 de septiembre ante el Real Oviedo. Un equipo irreconocible, falto de intensidad e ideas veía cómo Toché y Linares ponían el cero a dos sin poder evitarlo y reaccionar, de la misma manera que fue un muñeco de trapo en manos del Rayo Vallecano en la siguiente jornada. Embarba, Álex Moreno y Miku hicieron los tres goles en Vallecas que dejaron tocados a los pupilos de Álvaro Cervera. Dos dolorosas derrotas que hacían aparecer los viejos fantasmas y, por enésima vez en este año, las dudas.