Arriba el periscopio

El submarino amarillo continua su rumbo y ya comienza a cargar el armamento para el último escollo que le queda por salvar. El equipo de suboficiales prepara con esmero la estrategia que ha diseñado el Almirante Gracia. La marinería ya prepara su avanzadilla que tendrá como cometido teñir de amarillo una ciudad y un estadio para contrarrestar a la armada rival. Para ello se tendrán que meter 16 horas entre pecho y espalda para llegar a tierra hostil y mostrar el entusiasmo que solo la marea amarilla sabe poner a cada encuentro. Tras el choque y la alegría por haber logrado el objetivo en el combate, Comenzará el retorno a casa de los valientes marineros que esta vez sí, regresarán exultantes al principio y que poco a poco irán cayendo en el letargo presa del cansancio acumulado y la tensión contenida desde el día que D. Antonio Muñoz sacó la bolita. El descanso durante el viaje de vuelta será más que merecido cuando acabe la fiesta ya que son otras tantas horas de viaje el que los retornará a la Tacita de Plata con el deber cumplido, como buenos marineros.
 
Todo está perfectamente engrasado y coordinado para que el domingo, a eso de las 9 de la noche, el resto del extenso retén que se ha tenido que quedar en la Base Naval camine en peregrinación hacia la fuente de las Puertas de Tierra. ¿Festejar? Pues claro que sí. Supone cumplir un objetivo y saldar una cuenta para con la afición y para con la ciudad. Levantarse después de caer es sinónimo de tesón y perseverancia.
 
Los torpedos están listos, el objetivo marcado, los marineros en sus puestos, así que…

¡ARRIBA EL PERISCOPIO…!

Yoni Weiss