Un día inolvidable

Después de llegar de Irún no me apetece otra cosa que haceros partícipes de lo vivido allí durante el día del domingo. En primer lugar, tengo que rendirme a los pies de todos aquellos que se han pegado una soberana paliza para asistir al ascenso de su equipo. Todos, sin excepción, son los verdaderos héroes de este equipo llamado Cádiz CF. Sois los mejores.

Sería imposible enumerar la cantidad de emociones que ahora me invaden y que lo han hecho durante todo este domingo. Recorrer las calles de Irún y ver en cada esquina un trocito del Cádiz en forma de aficionado, de bandera o bufanda. Ver cómo, una vez más, ellos son los mejores embajadores de nuestro equipo y los que dan una lección de deportividad en cada desplazamiento. Es algo que voy a retener en la memoria durante toda mi vida.

Tuve la oportunidad de vivir este ascenso tras un micrófono: el de Onda Cero. Junto a Jose Grima y Carlos Rios en el Stadium Gal de Irún, hemos recibido un poquito de aire de nuestra bahía gracias a las palabras que nos llegaban desde los estudios de Cádiz a más de 1.000 km de mis amigos Pichili y J. Manuel Sedeño. Y, como guinda, participar de este logro deportivo con una voz de fondo que es una leyenda viva del cadismo y de la radio: Rodrigo Mateos, que hasta ahora había contado cinco ascensos cadistas y el domingo vivió su sexto. Cada palabra suya ha provocado en mí en la tarde del domingo una oleada de emoción indescriptible. Gracias maestro. Tras el pitido final, abrazarme con cada uno de los que allí se encontraban trabajando y que han tenido que aguantarse para festejarlo una vez se apagaban los micrófonos y las cámaras: Nacho Limón, Javier Lacave, Antonio Díaz, Javier Bautista, Kike Lafuente, etc, etc. Todos ellos tuvieron que lidiar con un toro complicado pues las condiciones en las que han realizado su trabajo han sido más bien pobres. Pero su cadismo y profesionalidad ha podido con todos los inconvenientes.

Y qué decir de los que han soportado en la grada la vejación de una directiva rival que no ha estado a la altura de su club ni de los aficionados que representan. Esos valientes que, hacinados en una grada-jaula, no podían ni orinar pues como animales han sido tratados. Esos mismos que, tras finalizar el encuentro, han dado una lección a los incompetentes, deseando el ascenso de su equipo dentro de cuatro semanas. Pero daba igual. Su equipo lo había conseguido y en su rostro sólo se podía dibujar una sonrisa.

Todos vivimos un domingo parecido al fin y al cabo. Sufrimiento y alegría compartida con aquellos que sienten nuestros colores. Me fui ayer a la cama sabedor de que durante las horas de sueño me asaltarán escenas de este ascenso. El día anterior, como muchos miles de cadistas, me levanté en Segunda B y hoy lo hice en Segunda A. Felicidades.

Miguel A. Vallecillo