En la Nueva Condomina de Murcia giró la historia el 28 de febrero. Día de Andalucía, por cierto. Podría calificarse de inesperado, y más cuando Chavero adelantaba a los locales en el 55 al cabecear un saque de esquina. Un partido en tierra de nadie que, para los cadistas, sería la historia de siempre. La tónica de un Cádiz dubitativo. Pero no, David Sánchez conseguía rematar con la cabeza un centro de Juanjo para anotar su primer gol con la zamarra del Cádiz y empatar el partido. En el 74, una buena contra cadista terminaría con gol de Abel Gómez para remontar el encuentro y dar la campanada en casa del líder.

Daría pie esta remontada a la mejor racha de los amarillos en temporada regular. Encontrándose consigo mismo de manera casi definitiva, haciendo creer a su parroquia, cuyos feligreses acudieron sin dudar al templo con ilusión. A cambio, el Cádiz le regaló a su afición una victoria por tres chicharros a nada ante el Melilla, reflejándose sobre el césped una de las mejores versiones que se han visto de Salvi. El sanluqueño no marcó, pero fue clave para que Jandro hiciera el primero y Lolo Plá marcara el segundo y tercer gol.

La tercera victoria consecutiva se lograría en Lepe, donde un amago de alineación indebida de Nana, que hizo el cero a tres, no enturbió un gran partido de los pupilos de Claudio Barragán. Lolo Plá metió los dos primeros goles y, aunque Manu marcó un golazo de falta tras el descanso, los cadistas no bajaron los brazos y se trajeron los tres puntos hacia la Tacita de Plata. Pudieron ser más. El Cádiz volaba hacia la tercera posición, empatando con puntos (55) ante el Sevilla Atlético. 

Esa igualdad de puntos en la clasificación se rompería la semana siguiente ante el Linares. Un doblete de Dani Güiza y un golazo de David Sánchez desde la frontal al aprovechar una perfecta asistencia del jerezano permitió que el marcador señalara el 3-1 al señalar el árbitro el final de la contienda. Joselu hizo el tanto del honor. En el tramo final del partido se lesionaría Salvi, cuyas actuaciones estaban siendo espectaculares. Su ausencia se acabaría notando semanas posteriores.

El empate del filial sevillista ante el Melilla ponía la distancia a dos puntos sobre el cuarto clasificado. Las miradas se alejaban del banquillo prácticamente de manera definitiva para volar hacia la fase de ascenso. La distancia sobre el quinto clasificado era de trece puntos, pero el estado de paz y fe se acabaría rompiendo en el momento menos pensado. Un nuevo giro en la historia estaba por llegar. Un giro al que nadie le encontraba explicación.